En su mirada profunda y serena,
un universo de estrellas reposa,
donde el amor y la vida se posa,
como la luna en la noche morena.
Sus pestañas, cual negras cortinas,
ocultan misterios de ensueño y danza,
y al parpadear, como ala de lanza,
despiertan susurros de brisas marinas.
Labios que esculpen palabras al viento,
boca que guarda secretos y risas,
del dulce sabor de las primaveras.
Dientes que brillan, fulgor del momento,
nariz que perfila contornos y prisa,
es ella, la dama de todas las eras.
En su figura, la gracia se cierne,
donde cada curva el arte refleja,
y en la luz de su andar centellea,
como el sol cuando al alba se yierne.
Su belleza, cual rosa en el prado,
resplandece, no hay sombra que toque,
y al moverse, la brisa provoque,
susurros de amores pasado.
Cada paso, un verso en el viento,
cada gesto, un lienzo pintado,
es ella, el poema más deseado,
y en su mirar, todo mi sentimiento.
En el vasto rincón de su mente,
donde la sabiduría se anida,
resplandece su alma encendida,
inteligente, brillante y frecuente.
Pestañas que en su danzar se despliegan,
como páginas llenas de historias,
guardando en su sombra memorias,
del conocimiento que nunca se niega.
Cara hermosa, espejo de astucia,
donde cada rasgo la ciencia delata,
y en sus ojos, la chispa de un dato,
que revela la esencia de su lucidez pura.
Es ella, con mente afilada y clara,
la belleza en su rostro resalta,
pero es su inteligencia la que nunca falta,
y la hace brillar, como estrella rara.
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